Yo me bajo en Atocha

Probablemente pocas ciudades despliegan tanta belleza como la capital española y permite que en unos días, quizás cuatro o cinco, el viajero tenga una primera impresión de un universo donde la arquitectura, la gastronomía y la cultura confluyen en todas y cada una de sus formas.

(Por Montserrat Martorell desde Madrid) 8.30 de la mañana. Tres jóvenes arriban al Aeropuerto de Madrid (Barajas) con una intención: recorrer algunos países de Europa durante tres semanas. El periplo comienza en la ciudad de José Ortega y Gasset, Pedro Calderón de la Barca y Plácido Domingo, y a pesar de que todo es desconocido, los tres viajeros solo saben una cosa que han escuchado de otros tantos turistas que han llegado a la España profunda: para conocer Madrid, hay que perderse en ella.

Por eso, sin pensarlo mucho, se adentran en las callecitas de colores, casi laberínticas, que invitan a los forasteros a empaparse de la bohemia de barrios como Malasaña, Chueca o Lavapiés. Porque si algo sobra en Madrid es vida. Porque si algo sobra en Madrid es el placer. Porque si algo sobra en Madrid es la alegría de su gente.

En estas líneas todo lo que siempre quisiste saber (y nadie te contó) sobre el corazón de la Península Ibérica.

Primer día: conociendo Madrid

La mañana puede empezar con el viajero caminando por el Madrid de los Austrias (expansión urbanística iniciada por los reyes Carlos I y Felipe II), que en 1561 estableció la corte en la capital española. No hay dudas de que es uno de los barrios más castizos, que no solo conserva la antigüedad y circularidad de sus plazas, sino que invita a disfrutar de una arquitectura que respeta, por reglamento, que los edificios mantengan una baja altura.

Una buena idea para llegar hasta ahí es tomar el metro y bajarse en Ópera. Inmediatamente sentarse en un café en la plaza Isabel II observando edificios históricos de la talla del Real Cinema que abrió sus puertas en 1920, mientras se escucha a los músicos callejeros que deleitan con diferentes instrumentos bajo el cielo azul de Madrid.

Posteriormente se puede caminar hasta la Plaza de Oriente, contemplar el Teatro de Ópera o el Palacio Real, Patrimonio Histórico de España, tomar el tour respectivo para recorrer los enormes salones monárquicos o esperar hasta la tarde cuando la entrada es gratuita (lunes a jueves) y empaparse de la vida de los reyes, así como de la gran riqueza artística que inunda el lugar representada por pintores de la talla de Caravaggio, Velázquez y Goya.

Junto a la casa real, está la Catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid, más conocida como La Almudena, lugar desde donde se pueden apreciar los atardeceres más mágicos de la ciudad. Construida durante los siglos XIX y XX, con claras influencias góticas, de noche es un verdadero espectáculo pues está totalmente iluminada y sus campanadas se repiten hora tras hora.

El camino puede seguir y desde ahí, una buena opción es doblar por calle Mayor, pasar por la Plaza de la Villa –una de las más antiguas y lugar de residencia del escritor Javier Marías– y darse una vuelta por el Mercado de San Miguel que, ubicado junto a Plaza Mayor, conserva su estructura original de hierro de principios del siglo XX.

            Plaza Mayor, Madrid. (Foto Xinhua/Meng Dingbo)

En Plaza Mayor…

Desde allí, a dos minutos caminando y a pocos metros de la Puerta del Sol, se encuentra la Plaza Mayor que, de planta rectangular y nueve puertas de acceso, sorprende a grandes y chicos con su historia, la estatua ecuestre de Felipe III, sus hombres disfrazados y sus luces de navidad que en estas fechas iluminan todo lo que encuentran y que antaño sirvió como recinto para las corridas de toros.

Probablemente si alguna vez escuchaste la canción “Con la frente marchita” de Joaquín Sabina, sabes que si es domingo, tienes que levantarte temprano para pasear por ese histórico y gigante mercado al aire libre llamado El Rastro. Ubicado en Ribera de Curtidores y originalmente de objetos de segunda mano, funciona como tal desde 1740 y aunque muchos lo comparan con San Telmo de Buenos Aires, la realidad es que hoy está muy lejos de ser un refugio de antigüedades (a pesar de que todavía hay algunas tiendas que valen la pena) y sobra ropa china. Sin embargo, siempre es posible encontrar libros usados por dos o tres euros, uno que otro recuerdo de la capital, disfrutar del baile de los africanos, ir almorzar tapas a los restaurantes aledaños por un muy buen precio y vivir una tarde como verdaderos españoles pues todos, de diferentes clases sociales, se reúnen en torno a El Rastro.

Desde allí, un bonito paseo es caminar por el barrio de las letras, en pleno corazón de la Calle Huertas (llamado también “Barrio de las Musas” o “Barrio de los comediantes”) e ir leyendo, despacio, todas las frases que hay escritas en el suelo con letras doradas. Son versos, poemas o fragmentos de autores como Miguel de Cervantes o Gustavo Adolfo Becker que invitan al viajero a conocer un poco más sobre su historia, pues el nombre del barrio se debe a la actividad literaria desarrollada a lo largo de los siglos XVI y XVII, producto de que en esta zona fijaron su residencia algunos de los escritores más destacados del Siglo de Oro español como Francisco de Quevedo, Luis de Góngora, Félix Lope de Vega o el autor de El Quijote.

De museos y reinas

Al menos un día en el museo en Madrid. O muchos. Depende de las ganas, el clima y los intereses. Y en Madrid, sobran. Para una visita corta, sin duda, es fundamental visitar el Reina Sofía (Picasso, Dalí y Miró), Thyssen (más de 800 obras que reunió la familia durante dos generaciones) y el Prado (Goya y Velázquez).

Además, están todos a una distancia relativamente corta y por su cercanía son denominados el “Triángulo del arte”.

Por otra parte, un imperdible es recorrer el “Paseo del Prado”, el jardín histórico urbano más antiguo de Madrid e ir deteniéndose en sus innumerables estatuas. Destacan también el Real Jardín Botánico y las esculturas de las fuentes de Neptuno, Cibeles y Apolo.

A la hora de comer y si de comida india, se trata, nada mejor que Lavapiés, un barrio que hoy mezcla la bohemia intelectual con el mundo inmigrante que asentado durante décadas, ha montado sus restaurantes para sorprenderte con sus más de 500 años de antigüedad.

Llegar ahí es fácil. La estación de metro tiene el mismo nombre y solo existe una salida que da continuidad a la Plaza de Lavapiés. Conocido por ser el antiguo barrio judío, han tenido sus casas ahí numerosos artistas como Pablo Picasso o Ana Belén y en la actualidad el mismo Joaquín Sabina vive en unas de sus calles (hasta hace un tiempo, dicen que lo hacía siempre con la puerta abierta y era muy fácil entrar en ella y sentarse a tomar algo con el músico).

¿Por qué es uno de los imperdibles madrileños? Precisamente porque parece como si uno estuviera en otro país, en otra tierra, en otro continente. Por su gente, sus olores, sus sabores. Por las librerías y sus cafés de bombón. Por el curry y los “chupitos”, esos tragos que sirven en sus restaurantes como bajativo. Por su buen precio. Por el Chicken Tandoori, el Naano el Lamb Masala. Un menú, bastante contundente y que te obligará a volver, no cuesta más de 9 euros.

En la Puerta del Sol…

“En la puerta del sol como el año que fue, otra vez el champagne y las uvas y el alquitrán”, cantaba Ana Torroja. Y es que quizás ese es el primer acercamiento para hablar de este, el Kilómetro Cero de las carreteras radiales españolas desde 1950.

Considerada la plaza más importante de Madrid, la Puerta del Sol es el punto de encuentro para todos los españoles. Con la estatua al centro de Carlos III, es el lugar ideal para darse cita, sobre todo con las coordenadas “al lado del oso, debajo del oso”.

La estatua del oso y el Madroño, uno de los símbolos de la capital, es una escultura de piedra y bronce, de cuatro metros de altura y 20 toneladas, que representa las armas heráldicas de la villa, ubicada entre las calles de Alcalá y Carrera de San Jerónimo.

El edificio más antiguo de la Puerta del Sol es la Casa de Correos y en ella destaca el reloj de la torre que fue construido y donado en el siglo XIX, cuyas campanadas de las 12 de la noche del 31 de diciembre, marcan la tradicional toma de las doce uvas por parte de la gran mayoría de los españoles. Por una noche al menos, pobres y ricos se abrazan para dar la bienvenida al nuevo año.

Es una de las principales calles de Madrid. Construida a principios del siglo XX, el tramo comprendido entre la Plaza de Callao y España se conoce como el “Broadway madrileño”, producto de sus famosos cines (algunos de ellos han cerrado y otros se han reconvertido con gran éxito al teatro musical). Metros más allá, destaca el edificio de la Metrópolis, que de inspiración francesa, fue inaugurado hace más de 100 años y aparece en todas las postales y fotos de la capital española.

Otro imperdible es disfrutar de la Plaza de Cibeles, uno de los monumentos más simbólicos de la capital, que diseñada por el arquitecto Ventura Rodríguez en 1782, representa a la diosa Cibeles sobre un carro tirado por leones. Desde hace mucho tiempo es el lugar elegido para celebrar las victorias del Real Madrid. A su lado, el Palacio de Comunicaciones o Palacio de Cibeles, no pasa desapercibido por su arquitectura modernista.

Caminar por la orilla del Manzanares es otra opción ideal. Los españoles lo llaman el “Madrid Río”, una zona peatonal y de recreo construida entre 2006 y 2011. Allí es posible disfrutar en familia y hacer un sinnúmero de actividades como jugar tenis, andar en patines, trotar o asistir a las exposiciones que presenta Matadero (centro de creación contemporánea), situado en el madrileño barrio de Legazpi.

“Ahí está: la Puerta de Alcalá”

Probablemente pocos se resisten a no tararear la melodía de la cantante Ana Belén cuando la ven por primera vez. Y es que es una de las cinco antiguas puertas reales que daban acceso a la ciudad de Madrid. Su actual apariencia data de 1778 cuando Carlos III mandó al arquitecto Francisco Sabatini a construir una en sustitución de otra que estaba en mal estado.

Un lugar que ningún turista puede dejar de visitar es el parque de Madrid, popularmente conocido como El Retiro (118 hectáreas), cuyo origen se remonta a los años 1630 y 1640.

Para una tarde de sol, imperdible es descansar bajo sus árboles, sentarse a mirar el lago, dar una vuelta en bote o simplemente contemplar la vida con un buen libro en las manos.

Entre sus curiosidades destaca que es uno de los pocos lugares en el mundo que tiene un monumento al “ángel caído” en el momento en que Dios expulsa a Lucifer desde el cielo.

Otros de sus atractivos son el Paseo de las estatuas, la Puerta de España, el Monumento a Alfonso XII que mira hacia el lago artificial, la Fuente de la Alcachofa y el Palacio de Cristal que, inspirado en el de Londres, fue construido en 1887 y es el lugar donde hoy se realizan exposiciones de arte contemporáneo.

Cómo llegar

Si bien la oferta para llegar a Madrid es amplia, destaca Air Europa, aerolínea que inició sus operaciones entre Santiago y la capital española en 2014 y que tiene una excelente relación precio calidad.

Con dos vuelos a la semana entre enero y marzo (miércoles y domingo), la aerolínea de capitales españoles, hace una escala y posee una de las flotas más jóvenes y modernas en el sector.

Desde Madrid, con Air Europa se puede viajar dentro de España y a Europa central.

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