Terremoto en México: sociedad civil busca emanciparse del Gobierno

«Aquí, como en todas partes, la naturaleza se muestra tal cual es, con toda su magnificencia pródiga e indiferente».

Escribe Samir Mendoza, licenciado en Literatura (La Sorbonne)

Hoy más que nunca, esta cita de Nietzsche en Más allá del bien y el mal parece estar grabada en la mente de los mexicanos. Tras los derrumbes de edificios que han dejado al menos 320 muertos en la zona centro y sur de México y a exactamente treinta y dos años del mortífero sismo de 1985 que arrasó con gran parte de la capital cobrando diez mil vidas, la naturaleza samsárica del país ha dejado huella en el inconsciente colectivo. Entendido como amoral y depurado de todo sentido, el sismo se vive ya como una manifestación natural de las condiciones geológicas del país. Una parte creciente de la sociedad mexicana busca elucidar culpables entre los responsables la gestión de crisis, de construcciones defectuosas y de permisos otorgados ilegalmente.

“Todos somos uno cuando se trata de salvar una vida”

Estas son las palabras del presidente Enrique Peña Nieto que no tardó en compartir su solidaridad a la nación y elogiar la unidad que parece caracterizar a los mexicanos en tiempos difíciles. Para contextualizar la cita, se debe recordar que el sismo del 19 de septiembre llega a menos de un año de las siguientes elecciones federales que prometen ser históricas. El jefe de la oposición, Andrés Manuel López Obrador (Morena, centro izquierda) encabeza todas las encuestas preliminares y pone en peligro las reformas que ha impulsado la administración del actual presidente (PRI, centro, centro-derecha) y a su diamante de veinte quilates, la reforma energética de corte liberal que ha abierto el mercado del petróleo a la inversión privada y en torno a la cual se ha dividido la opinión pública. La administración de Peña Nieto no escatima pues en imagen pública: tan sólo en los primeros cuatro meses de este año, Article 19 reporta que el Gobierno gastó 5.5 millones de dólares en publicidad, 44.6% correspondiendo a la Secretaria de Defensa Nacional (SEDENA), misma que ha desplegado sus efectivos militares y de marina durante las labores de rescate como es de esperarse.

De ellos, 531 mil 700 dólares (34% del presupuesto para televisión), es decir, la parte del león fue otorgada a Televisa, la mayor cadena de Televisión abierta nacional del país. Durante las labores de rescate Televisa obtuvo cobertura privilegiada. Si bien todos los grandes medios mexicanos cubrieron extensamente las operaciones del ejército y los rescatistas, tan solo la reportera Danielle Ithurbide de Grupo Televisa tuvo acceso a las inmediaciones del Colegio Rebsamen que se desplomó durante el sismo causando la muerte de veinte niños y bajo el cual se especulaba que además de los cinco niños hallados con vida anteriormente, una pequeña llamada Frida Sofia seguía atrapada. Tras dos días de expectativa pública durante los cuales varios rescatistas desmintieron esta versión repetido por varios medios, incluyendo Televisa, la Marina Mexicana se vio forzada a desmentir la existencia de Frida Sofía. Lo hizo a través y a petición de Televisa, que ha sido acusada por la periodista Carmen Aristegui de “lavarse las manos de la manipulación emocional de la población y de montar una telenovela” tras haber reportado la presencia de Pedro Torres, influyente productor de telenovelas y reality shows para Televisa, cerca de edificios derrumbados. A Torres se le fotografió portando un chaleco oficial de la Policía Federal en las inmediaciones del desastre.

Patriotismo capitalino: el cielo un soldado en cada hijo te dio

El colegio Rebsamen y Frida Sofía han sido, precisamente, las estrellas de la cobertura mediática oficialista hasta ahora. Eso, a pesar de que Jojutla, en el estado de Morelos “haya sido la entidad más afectada a nivel nacional por su cercanía al epicentro del sismo” según explica Matías Quiroz, secretario de gobierno estatal. Allí se han reportado 71 muertes e incalculables daños materiales. Usuarios reportan en redes sociales la falta de efectivos y de recursos para los damnificados de las zonas más alejadas de la Ciudad de México. A través de las redes sociales, la propia sociedad civil ha organizado colectas de víveres e incluso equipos de voluntarios para enviar a Jojutla y otros municipios de Morelos. En la Ciudad de México la respuesta a los llamados ha sido tal que varios centros de acopio y equipos de rescatistas han impedido el acceso a la ciudadanía entusiasmada por escombrar sitios, transportar víveres e incluso brindar apoyo psicológico a víctimas.

En las calles reina una euforia dionisíaca de colectivismo emotivo y de solidaridad nacional como pocas veces se ha visto en la historia del país. Durante las 72 horas que siguieron al sismo, todas las diferencias socioculturales y económicas que lo corroían desde su fundación parecen haber cedido su lugar a un patriotismo también muy característico de la cultura mexicana. A los pies del Colegio Rebsamen, albañiles, rescatistas, militares, y civiles de toda índole entonaron hombro con hombro el himno nacional una vez que las labores de rescate se habían dado por terminadas y que se logró liberar a la última víctima. Este emotivo momento fue captado oportunamente por todas las televisoras a nivel nacional y retransmitido horas más tarde en redes sociales con su característico verso bélico: Mas si osare un extraño enemigo / profanar con su planta tu suelo, / piensa ¡oh patria querida! que el cielo / un soldado en cada hijo te dio.

Frente al paternalismo, la autogestión

Mientras tanto, otro ejército compuesto de desuniformados invade las calles de la ciudad. Taqueros, quesadilleras, modistas, psicólogos y artistas se asentaron cerca de los centros de acopio y de las zonas afectadas para brindar servicio gratuito tanto a rescatistas como a víctimas. Ropa confeccionada para la ocasión, comida y atención personal son tan sólo algunos de los bienes y servicios que estos “héroes anónimos”, como los han llamado en medios y redes sociales, han aportado con el dinero de su propio bolsillo. Es, de hecho, este otro ejército paralelo quien más ha dado de qué hablar por su resistencia pacífica frente a los supuestos abusos por parte de las autoridades que ellos mismos denuncian. En la Colonia Obrero, por ejemplo, se ha formado una valla humana entre las calles de Chimalpopoca y Bolívar para evitar la entrada de maquinaria pesada que busca remover escombros en edificios que muchos afirman aún contener cuerpos, además de pertenencias personales. Por su parte, Humberto Morgan, coordinador de asesores de la secretaria de movilidad de la Ciudad de México ha afirmado que “trabajan sin descanso para rescatar a las víctimas” refiriéndose ahora a otro edificio colapsado en la avenida Álvaro Obregón 286 y exhorta a los ciudadanos a “que dejen trabajar a los expertos”. Varias autoridades han anunciado que no se haría uso de maquinaria pesada para remover escombros antes de tiempo, no sin advertir que hay demoliciones inevitables, pues además de los 47 edificios derrumbados en la Ciudad de México, varios edificios aledaños han sufrido daños irreversibles que hacen de ellos un peligro para la población.

En esta autogestión de la crisis, el gran enemigo del pueblo es la desinformación y la falta de organización. Conscientes de ello, Article 19 junto con Google, McKinsey, Vice y otros medios independientes han montado Verificado19s.org, una plataforma en donde a partir de las informaciones recopiladas sobre el terreno se cartografían las necesidades de cada zona para repartir mejor la ayuda en los distintos puntos afectados de la Ciudad de México. Como se explica en el sitio de Verificados19s, la participación ciudadana es el pilar de la plataforma: “Invitamos a la gente a que haga suya la plataforma con la elaboración de reportes. El trabajo de los verificadores voluntarios es fundamental para su funcionamiento”. La emergencia de las redes sociales es un factor que ha cambiado en gran medida la respuesta de la ciudadanía en comparación con 1985. La acción del gobierno cae cada vez más en desuso en la mente de ciudadanos convencidos de que la ausencia de autoridad jerárquica y paternalista que caracteriza a los gobernantes del PRI no es un problema. 

Un caso de escuela

El futuro político del PRI en la Ciudad de México, y quizás en el país, está íntimamente ligado a la respuesta ciudadana ante el sismo. No es seguro, sin embargo, que los altos cargos del partido estén preocupados por esto. Consolidar la autogestión en un movimiento político de envergadura no es tarea sencilla. Las siguientes semanas serán decisivas tanto para el Gobierno como para la sociedad civil en esta lucha implícita por la soberanía del poder. Hay voces que se han alzado ya anunciando una lucha que durará lo mismo que la reconstrucción de la ciudad: “Terminado el rescate, ¿habrá consecuencias?” inquiere Francisco Fontano Patán a través de Facebook. Fontano Patán, vecino de la colonia Nueva Oriental Coapa, vivía al lado del Colegio Rebsamen en donde se suman veintidós muertos. Francisco asegura que el colegio operó durante varios meses a pesar de que la nueva instalación, aquella que se derrumbó, operó durante tres años con sellos de clausura. “Si todos los niños muertos y atrapados estaban ahí, es culpa de los corruptos que a lo largo de años permitieron el funcionamiento del plantel” escribe Francisco.

Que la autogestión ciudadana se consolide en un movimiento legal sería, en definitiva, una pésima noticia para el Gobierno actual. Sería un síntoma grave de su finitud, pero no definitivo. La autogestión ciudadana tendría aún que superar varios retos, entre los cuales, el más complicado quizá es el del cambio del individuo hacia una cultura de la prevención y de consumo responsable. Después del temblor del 85, las autoridades establecieron varias pautas de construcción para evitar derrumbes que como bien prueba el caso de la escuela Rebsamen, no se siguieron, ya sea por corrupción o por negligencia de la ley, que es lo mismo. Aquí, el consumidor puede desempeñar un papel esencial a la hora de elegir a qué sitios enviar a sus hijos a la escuela, en qué restaurantes comer, a qué supermercados ir, etc.

En redes ya circula una lista de todos los comercios que donaron su inventario en apoyo a la reconstrucción de la ciudad, y que en su mayoría se tratan de pequeñas y medianas empresas de barrio. Lo mismo sucede con los restaurantes, pero también con los partidos políticos: en change.org, la petición para canalizar los recursos de los partidos políticos a la reconstrucción de zonas afectadas recabó hasta ahora un millón 390 mil 209 firmas. Entre sonrisas populistas y la tos perruna del ocaso de la vida, todos los partidos se han sumado a la iniciativa.

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