Navarro acusa al Senado de Censura: Duele el Senado y su hipocresía

El pasado martes el Senado de la República de Chile, aprobó el proyecto de acuerdo boletín N.º 1.933-12 donde se “exige” al Gobierno de Venezuela una serie de medidas en su política interna, sumándose con esto, a la campaña internacional que busca desestabilizar un gobierno democrático, tal como ocurrió en Chile en los años 70 con el Presidente Salvador Allende, tras haber recuperado el cobre y poner nuestras riquezas al servicio del pueblo, del interés general.

 Por Alejandro Navarro Brain, Senador

Duele el Senado de Chile, duele la hipocresía política que ha cometido.

Acusan a Venezuela, cuando en Chile se aniquila al pueblo mapuche secuestrando a un lonco, baleando a comuneros a quema ropa y haciendo perder la vista de un ojo a una estudiante de la misma etnia, en menos de 48 horas. Mientras en países como México se asesinan cientos de periodistas, en Brasil se instala un Presidente de facto en medio de uno de los mayores escándalos de corrupción, callan por los asesinatos de líderes indígenas en Colombia y Honduras, cuando 1.500 presos políticos en Palestina están en huelga de hambre, mientras miles de niños sirios y kurdos se enferman y no tienen que comer producto de la guerra.

Fariseo es quien mira el pecado ajeno y no el propio. Chile se da el lujo de dejar morir 11.000 pacientes sin atención médica garantizada por el AUGE desde el 2005; tenemos 5 condenas por violaciones a derechos humanos en la Corte Interamericana de Derechos Humanos; tenemos graves denuncias de tortura a niños mapuche, colusiones impunes que roban los bolsillos de los consumidores, parlamentarios procesados, leyes hechas a la medida de los empresarios, pero no, el tema es Venezuela.

Todo, en base a burdas mentiras diseñadas: porque cuando dicen que en Venezuela hay un desconocimiento de las facultades y derechos de la Asamblea Nacional, la verdad es que el Tribunal Supremo de Justicia, de acuerdo a sus facultades, impidió el juramento de tres diputados que fueron impugnados en las elecciones por haber defraudado la democracia.

Acusan a Venezuela, de atentar contra su Congreso Nacional por vulnerar la separación de poderes, cuando nuestro Congreso aún no puede separar la política del dinero, como en la Ley de Pesca, la Reforma Tributaria, por poner algunos ejemplos. Cuando el ex director del Servicio de Impuestos Internos declara haber recibido presiones para no querellarse por casos de corrupción.

Califican como “totalitario” al Gobierno de Venezuela y llaman al Presidente Nicolás Maduro que rectifique su actuar y que realice un diálogo constructivo, cuando  justamente lo que está haciendo es llamar una Asamblea Constituyente donde por medio del diálogo, sean los venezolanos quienes resuelvan sus problemas de forma democrática, esto en base a lo señalado por la Constitución Bolivariana del año 1999 elaborada por medio de Asamblea Constituyente y legitimada por referéndum con el apoyo del 87% de los electores, a diferencia de la Constitución chilena, hecha en dictadura.

Dicen que no hay libertad de expresión, cuando el 70% de los medios en Venezuela son privados y diariamente están a la venta cinco periódicos de oposición y solo tres oficialistas; mientras que la TV abierta se reparte por igual: 6 canales de oposición y 6 pro-gobierno. Y que decir, para afuera, llega mayoritariamente propaganda de la oposición.

Creo que en ningún país del mundo, mucho menos en Chile, se aceptaría que un alcalde o un diputado marche junto a encapuchados con bombas molotov y armamento pesado, como se pueda apreciar en videos grabados por los propios opositores.

Con este proyecto de acuerdo, el Senado se pone a favor de la violencia fascista, que ha terminado con decenas de muertos (en su mayoría chavistas) producto de las llamadas guarimbas, conocidas en Chile como barricadas, las mismas que acá se oponen con fuerza.

Puedo entender que la UDI apoye este tipo de  planes, pero no logro comprender, quien dentro de la DC, la ha arrastrado ha actuar como lo hizo en Chile en el pasado, pensé que ese error histórico ya estaba superado.

Pero lo que más lamento es que el senador del Partido Socialista Juan Pablo Letelier o el senador Alejandro Guillier, hayan votado a favor, avalando con su voto la violencia y la desestabilización, cuando su posición debería ser respaldar la vía democrática de la Asamblea Constituyente, la misma que soñamos en Chile.

Una vez más, el Presidente Salvador Allende se revuelca en su tumba. Producto de nuestra historia, somos el país menos indicado para apoyar la afrenta a los principios internacionales de convivencia y autodeterminación emprendido por las corporaciones internacionales, EEUU y el señor Luis Almagro de la OEA.

Nuestro deber como representantes de la ciudadanía, es informarnos objetivamente sobre lo que pasa en Venezuela para formarnos un juicio personal, mirar hacia Chile y las violaciones de derechos humanos que aquí ocurren día a día e impedir el avance de las acciones declaradas o encubiertas de golpismo  que buscan derrocar a un gobierno democrático, digno y soberano, con el objetivo que el petroleo vuelva a manos de las trasnacionales, tal como ocurrió en Chile tras el golpe de Estado y sigue ocurriendo hoy con nuestros minerales estratégicos como el litio.

 

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