Debate Laboral: Sí a la negociación colectiva ramal

Jaime EnsigniaLa dictadura cívico militar de Pinochet con el mentado Plan Laboral apuntó directamente contra la negociación colectiva de los trabajadores (as) chilenos y, en especial, contra la negociación colectiva por ramas de la productividad porque veía ahí, precisamente, el poder real que podrían llegar tener los trabajadores sindicalizados.

Por Jaime Ensignia, sociólogo*

Es cierto, no estaba en el Programa de la Nueva Mayoría, ni el programa de gobierno de la Presidenta Bachelet, sin embargo, la negociación colectiva ramal o por sector productivo es una reivindicación histórica al interior del mundo del trabajo en Chile y una de las aspiraciones más sentidas del sindicalismo chileno.

No en vano, la dictadura cívico militar de Pinochet con el mentado Plan Laboral de José Piñera apuntó directamente contra la negociación colectiva de los trabajadores (as) chilenos y, en especial, contra la negociación colectiva por ramas de la productividad. Veía ahí, precisamente el poder real que podrían llegar tener los trabajadores sindicalizados en nuestro país.

En este escenario, a partir del Código Laboral de 1979 los grandes beneficiados han sido los sectores empresariales, puesto que a los trabajadores se les conculcaron sus derechos laborales y de libertad sindical, sin contar con una herramienta fundamental para defender estos derechos, como lo es la negociación colectiva ramal.

Haciéndonos eco de diversos estudios nacionales e internacionales, un punto neurálgico en el combate a la desigualdad en un país como Chile, es que la negociación colectiva, sea real, inclusiva, masiva, redistributiva y ramal. No existe evidencia empírica que compruebe que la negociación colectiva, asumiendo el carácter ramal, sea un impedimento para el desarrollo económico y social del país como lo señala von Mühlenbrock en una entrevista reciente al Diario El Pulso. Por el contrario, en países de capitalismo maduro con los cuales nos encanta compararnos, la negociación colectiva ramal es, precisamente, un incentivo cualitativo para el desarrollo económico, social y político de sociedades que tienen un rayado de cancha simétrico entre trabajadores y empresarios.

A su vez, en sociedades en donde se inhibe la negociación colectiva ramal o interempresas, se generan condiciones de desigualdad severas para el devenir societal. En el espíritu mencionado por la presidenta Bachelet hace algunas semanas, apuntando a perfeccionar el proyecto de ley de Reforma Laboral, deberían introducirse propuestas planteadas por el movimiento sindical que han quedado al margen de las indicaciones recientes hechas por el Ministerio del Trabajo. Nos referimos, por ejemplo, al tema de la negociación colectiva por ramas de la producción y a la derogación de normas referentes al despido como el artículo 159 despido -por fuerza mayor- y el oprobioso artículo 161 -por necesidades de la empresa- que se presta para infinitas arbitrariedades y prácticas antisindicales por parte de la patronal y ha sido aprovechado no sólo por el empresariado sino también por parte de instituciones internacionales que tienen sede en nuestro país y que se embanderan con los derechos de los trabajadores.

En este sentido, si el proyecto de reforma laboral en curso no introduce los temas mencionados y otros, estaremos asistiendo una vez más a una reforma laboral cosmética y gatopardista. Esto también tiene un contrapunto: definir un nuevo rol de sindicalismo chileno, un sindicalismo moderno y genuinamente democrático, una organización que ofrezca servicios a sus adherentes, un sindicalismo con capacidad técnica-política-económica y con una constante política de capacitación laboral y sindical para sus organizaciones miembros.

*Doctor en Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Libre de Berlín. Director del Programa de Relaciones Laborales de la Fundación Chile 21.

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