Feminista Libertaria responde, en Carta Abierta, a columna de Fernado Villegas sobre el aborto

mariel1Carta abierta a Fernando Villegas, en respuesta a su columna de La Tercera: “Doctor Mengele, se le necesita en Maternidad…”.

Mariel Guiñez Nahuelñir, Militante Feminista de la Izquierda Libertaria (IL)

Est(a)imado Sr. Villegas:

Creo que fue la ansiedad lo que me llevo a leer su columna, una especie de curiosidad morbosa o culpable disfrute, conociendo sus ya más que consabidos comentarios sobre el quehacer nacional, esos cargados de una altanería que hiede espuma y que juegan, juzgando, con la pública y erecta regla fálica del misógino empedernido. Lo que el autodenominado gran pensador considera incorrecto, en lo público, pero permitido en privado y, entonces, con su semental pluma ataca con tirria, odio y exhalando culpas para justificar a Pablo (el diputado).

Sobrerreacción, por lo que estimo, generada por los aún tibios avances del movimiento social en un país que hasta 1989 usted, y su general, creían suyo e impenetrable pero que, paulatinamente, para bien de las mayorías (las de siempre, no las nuevas) va dejando de ser cosa ajena para pasar lentamente (paciencia) del terreno de las disputas al de la recuperación de derechos.

No dejo de entretenerme con las líneas del príncipe de la mediocridad, que le toman aproximadamente una semana en articularse mañosamente para aparentar una especie de pulcra altura intelectual, más parecida a la de ensayista clásico del romanceo de media tarde, novelesco hasta el cansancio y donde la ficción se toma ese trozo de plana que bien podría servir para mejores fines.

Estimado, le informo que las reformas en materia educacional y laboral, se encuentran en mitad de la nada y se han constituido en el “centro de la injusticia” donde el patronazgo coagulado en la CPC, ha realizado sus intereses con la venia de la NM y sobre todo con la expulsión del debate a los movimientos sociales, noticia que usted no pareció advertir (lo siento, olvidé que su género es la esquizofrenia mágica donde milita con próceres del machismo fascista como Sergio Villalobos y Gonzalo Rojas Sánchez), en un escenario donde los mejores lacayos de los dueños monopolistas de Chile, no son la derecha rancia que usted intenta defender, la que luego del caso PENTA, que dejó al descubierto todas sus limítrofes fronteras intelectuales, pareciera que se defiende mejor anulándose públicamente, sino la NM en la que han puesto de manifiesto sus confianzas.

En este ranking, donde la mediocridad alcanza profundidades insondables, es donde me encuentro con la estupidez argumentada del “Lorenz-cinismo” convertido en prosa gracias al “Villeguismomilitonto”; una opinología numerológica que fluctúa entre el amarillo y el rosa periodístico y que gana panes a costa de la polémica pública, denostando a todas y todos quienes se ubiquen bajo la línea del ABC1 y que le otorga el sitial obtenido (nadie sabe cómo) durante más de 20 años en el ex canal de Piñera y en las tiras cómicas de Agustín.

Este mundo de ficción, creado por el General Mendoza de las comunicaciones, donde se puede justificar la violación hacia una mujer (obvio) atenuándola con unos tragos de más, o con sus más que divulgadas vulnerabilidades emocionales mensuales, donde se pasa con honores de ser un violador a ser un hábil macho alfa capaz de engatusar a una siempre débil e irracional mujer; arquetipo mental del macho patriarcal, donde siempre parasita el miedo de que un ser inferior, sea éste mujer y/o pobre y/o india o indio y/o negra o negro, comience a desmitificar su mundo de fantasía donde solo usted y los suyos, hábiles acólitos de la pederastia, pueden hacer de las suyas, lejos del escrutinio público.

Nosotras, feministas-leninistas (como nos ha llamado en su intento por denostarnos), declaramos explícitamente ser dueñas de nuestros cuerpos, así como ustedes dueños de los suyos: se masturban sin preguntarle a nadie, asesinando a millares de posibles humanos (claro, los humanoides los tienen otros y otras, los sub ABC1), y nuestro cuerpo y nuestro útero es el más fértil campo de la política donde se definen los destinos de la humanidad y de la mano de obra barata de la que usted depende para llevar su impoluto estilo de vida, cuya reproducción se produce siempre y cuando nosotras lo permitamos, donde da lo mismo su consentimiento o el de Jaime Guzmán o el de cualquier defensor sonriente del legado de la dictadura.

Déjeme decirle, querido opinólogo, que sus juicios sobre la gestación como un suceso personal y sus miedos sobre el porvenir, es también materia de preocupación nuestra, por eso como feministas (algunas leninistas, otras marxistas, otras libertarias y otras anarquistas) nos fundimos con los movimientos sociales que reclaman una sociedad más justa y donde la dignidad sea regla y no privilegio, donde parir sea un acto reconocido socialmente en función de una sociedad de derechos y no de privilegios, donde la maternidad una elección respetada y respaldada lejos de los dogmas patriarcales que nos demandan parir mano de obra para sus inversiones.

Las tres causales que le incomodan, a nosotras, quienes parimos, nos quedan cortas, ¿No es acaso riesgo vital abortar en las peores condiciones de insalubridad? ¿No es acaso violación cualquier relación sexual que haya utilizado la violencia, sea física, psicológica o económica, para someter y penetrar? ¿No es acaso inviabilidad del feto no contar con las posibilidades materiales, económicas y sociales para engendrar? ¿No debiese la sociedad pro-vida preocuparse de aquel que nacerá en hogares que no ganan más de 300 mil pesos líquidos y que son más de 9 millones de personas?.

En su mundo de ficción, señor Villegas, el “suicidio demográfico” que se concentra en sus argumentos de fondo y que observa bajo el “liberalismo”, no hace más que desnudar sus propias pulsiones e irracionalidad. Pulsiones que reflejan las acciones que sus congéneres neoliberales y neofascistas realizarían en un escenario de hipotéticas libertades individuales, crea que a riesgo de parecer ridículas, coincidimos que la maternidad debe ser objeto del debate de la sociedad, pero de una sociedad que se funde en los derechos humanos, en la democracia real, en la participación efectiva de cada una de sus trabajadoras y trabajadores.

Queremos que nuestras hijas e hijos decidan su futuro, no que sean meros observadores mientras la historia la definen aves rapaces escudadas en el privilegio que les otorgó casi 3 décadas de verdadero exterminio de compañeras embarazadas sobre las cuales usted ha guardado un cobarde silencio, y donde pareciera que sus vidas no son defendibles con la misma fuerza.

Es efectivamente un tema político, querido opinólogo, y no tema decirlo, que nosotras ya nos hemos dado cuenta profundamente en estas décadas de reconstrucción del tejido popular desde el que hoy peleamos por nuestro derecho a decidir sobre la maternidad, esa que es y será tan política como ideológico y tan personal como colectiva como pueda imaginarse. La decisión sobre nuestras maternidades es, en ese marco, un acto revolucionario que nadie más que nosotras es capaz de dimensionar y revelar, donde ni siquiera sus argumentos falaces nacidos del contubernio entre el privilegio y el metafísico dogma eclesiástico podrán amilanar.

Han sido milenios en que nosotras hemos decidido cómo, cuándo y cuánto parir y ni siquiera la iglesia ni los poderosos, ni usted ni los suyos, todos machos y blancos por cierto, han podido evitar que sigamos decidiendo lo que pasa por nuestros cuerpos. La despenalización del aborto constituye un paso en la recuperación de la dignidad de nuestras vidas, el primero, pero jamás la meta y sobre eso puede quedarse tranquilo y seguir ganando panes, que a este ritmo es seguro que nos seguiremos escribiendo.

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