¡Dale! ¡Corre! ¡Llévala llévala! Eso… ¡¡¡Que no te la quiteeeennn!!!

IglesiasEl fútbol infantil implica un submundo de profundo compromiso, no es tan solo llevar al niño bueno para la pelota y dejarlo en manos de alguien que le enseñe a ser mejor, por el contrario es una tremendo trabajo de parte de las instituciones pero por sobre todo familiar.

Por Juan Luis Iglesias Cruz, periodista*

¡Dale! ¡Corre! ¡Llévala llévala! Eso… ¡¡¡Que no te la quiteeeennn!!! Todas esas instrucciones se multiplican por miles cada fin de semana en los distintos campeonatos de fútbol en las categorías menores o infantiles. Y no se multiplican por nada, sino que por cada niño que está en la cancha hay tres o cuatro familiares apoyando desde el borde. Los mismos que durante la semana gozarán contando y repitiendo cada jugada de algunos de sus niños.

El fútbol infantil implica un submundo de profundo compromiso, no es tan solo llevar al niño bueno para la pelota y dejarlo en manos de alguien que le enseñe a ser mejor, por el contrario es una tremendo trabajo de parte de las instituciones pero por sobre todo familiar, en el núcleo mismo, en la mesa de la casa. Todo esto porque gratuitamente se le agrega una nueva responsabilidad al niño: tendrá que estar atento al colegio y deberá estar tanto o más a los entrenamientos y a la presión que significa estar en un formato de sistema profesional.

Y para la gente que crea que en los barrios es distinto les puedo asegurar que no es así, que a veces el compromiso es tal que este sistema puede llevar a transformar la armonía de un hogar en función de poder disponer de los tiempos para que los niños estén, y para que uno esté, porque un partido sin el papá o mamá gritando en la galería, señores, no es partido.

El peor error que uno pueda cometer es creer que su hijo es bueno y que va aser bueno y que el mundo tiene que entender que es bueno, eso es lo peor, porque le quitan sacrificio y le restan esfuerzo, lo disfrazan de una actitud que le incomodará y que no lo hará desarrollarse a la par con sus compañeros.

El segundo gran error es depositar la fe y la esperanza del futuro familiar en ese niño pues solo debemos hacer un breve ejercicio matemático para saber que no todos los niños llegan a profesional ni menos a súper estrella, básicamente porque no existe una cantidad de equipos que los contengan a todos.

El tercero es presionarlo de manera tal que niños con mucho talento no logren desarrollarse por temor a equivocarse y terminen siendo una comparsa de sus verdaderos potenciales.

Es hermoso ver a los niños jugando y creciendo de manera ordenada hacia un mundo más exigente y profesional, básicamente porque a diferencia de lo que cree la gente, la carrera de futbolista es extremadamente larga, pues concretamente parte en las divisiones sub 9 o sub 10 por tanto hay una dualidad en todos los aspectos de desarrollo de la vida.

Es hermoso gritar un gol, una buena atajada o un quite de pelota, pero también es complejo cuando las cosas no andan de la mejor manera o estar ahí cuando algo o alguien te dice que ya no va más o estar en la casa cuando todo salió mal.

Son los dulces y son los agraces, son las buenas y las malas, son los detalles que en la íntima van forjando tantos lazos entre los padres y los hijos. Son las historias que nos potencian a todos como seres humanos porque nos deja saber que nuestros niños son de una forma a nuestros ojos y de otras para quienes lo ven de afuera. Es así que si usted tiene un hijo en inferiores de algún club profesional o de barrio, este fin de semana prepare su termo, arme sus sándwiches, deje listo el uniforme de su hijo y prepárese… prepárese para disfrutar uno de los momentos más inolvidable que podemos tener los padres, pues en algún minuto su hijo va a sonreír, va a ser feliz y no va a olvidar jamás ese momento en que usted , con todos los problemas de nuestra agitada vida, se dio el tiempo para estar con él conquistando el único objetivo de apoyarlo y verlo correr, y eso, lectores, es lo que permanece en la retina de los niños hasta que somos mayores, esos que cuando miramos atrás recordamos, con todos esos bellos recuerdos, esos recuerdos que muchas veces involucran con felicidad absoluta a nuestros padres, aunque claro ahora nos siguen aplaudiendo, pero desde el cielo.

*A la memoria de Don Pancho

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