El cuarto pilar ¿dónde queda la reforma laboral?

jensignia-02.slider (2)Al permanecer inalterada la matriz neoliberal que sella la gran asimetría entre el enorme poder del sector empresarial frente a las organizaciones sindicales, resulta ineludible para las nuevas autoridades encarar un nuevo pacto laboral, o nuevo Código Laboral. 

Por Jaime Ensignia, Chile 21

Cuando el programa de la Nueva Mayoría se perfilaba como programa del inminente gobierno de Michelle Bachelet, muchos extrañaban como pilar faltante aquel que anticipara una profunda reforma laboral. La deuda acumulada por la ausencia total de una reforma de envergadura en estas materias, a lo largo de cuatro gobiernos de la Concertación, se tornaba insostenible en el contexto de un gobierno cuya bandera es la superación de la desigualdad. Incluso en el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, la reforma estuvo planteada por el sindicalismo nacional con el apoyo del entonces Ministro del Trabajo y Previsión Social -hoy presidente del Partido Socialista- Osvaldo Andrade, pero fue el ex Ministro de Hacienda, Andrés Velasco, quien bloqueó tenazmente a estas sentidas reivindicaciones del movimiento sindical.

Siempre es saludable recordar el papel del movimiento sindical en la lucha anti dictatorial en tiempos en que los partidos políticos, especialmente de la izquierda del país, estaban al margen de la ley y eran perseguidos por las huestes de Pinochet. El sindicalismo chileno deviene en catalizador y convocador de grandes y masivas demostraciones político-sociales que abrieron la vuelta a la democracia y el despegue de los gobiernos concertacionistas. En este sentido, destacados especialistas en relaciones laborales señalan que la Concertación sigue en deuda con el movimiento sindical durante sus cuatro periodos de gestión gubernamental. Más aún, constatan que los principios del actual marco regulatorio de las relaciones colectivas de trabajo ponen en evidencia la preservación inalterada de la matriz del Plan Laboral (1979) del entonces ministro del trabajo del régimen militar, José Piñera.

Cierto es que el Código Laboral ha sufrido cambios desde entonces pero, tal como sucede en otras materias, las modificaciones registradas no representan transformaciones estructurales respecto del paradigma de origen. Al permanecer inalterada la matriz neoliberal que sella la enorme asimetría entre el enorme poder del sector empresarial frente a las organizaciones sindicales, resulta ineludible para las nuevas autoridades encarar un nuevo pacto laboral, o nuevo Código Laboral. Vuelve a ser el sindicalismo nacional, por intermedio de sus dirigentes más emblemáticos de la CUT, la ANEF, la CONFUSAM y otras organizaciones sindicales nacionales, quienes hoy ponen en la agenda política este “cuarto pilar” con la urgencia y centralidad que amerita, junto con las reformas tributaria, educativa y la Nueva Constitución.

Entre las 56 medidas comprometidas para estos primeros cien días de gobierno, se reconocen, precisamente, significativos pasos dados en el área laboral, destacándose el proyecto de fin del MultiRUT. En una entrevista de prensa del pasado fin de semana, la Ministra del Trabajo, Javiera Blanco, indica una ruta a seguir en estas transformaciones ya imprescindibles para el mundo del trabajo en Chile. Se espera que éstas tengan, por fin, la profundidad que trabajadores y trabajadoras anhelan. Sin lugar a dudas, la agenda laboral recarga la agenda de transformaciones estructurales en las que está sumido el gobierno, lo cual en opinión de los restauradores de las políticas de consenso de la vieja Concertación, es políticamente inviable y no deseado. Sucede que este “frenético” escenario enfrenta deudas sociales y políticas acumuladas a lo largo de 24 años; ya se trate de tareas postergadas o eludidas. Pero parece no haber deuda que no se cobre en este Chile del nuevo ciclo.

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