Algunas consideraciones sobre el problema de pueblos originarios: ¿A quién le pertenece la tierra? PARTE II

Daniel Ramirez, philosopheNuestros pasos sobre la tierra se absorben suavemente en el suelo orgánico, en el humus, del cual procede la vida y el alimento. Nuestros pasos sobre el mundo se sostienensea donde sea porque la tierra nos sostiene y sostiene nuestras construcciones. Nuestras vidas transcurren sobre la tierra. Todos los pueblos del mundo han tenido una relación particular al lugar que ocupan, al suelo, al territorio-marco de sus existencias. ¿Cuál es la nuestra?

Escribe Daniel Ramírez, doctor en Filosofía

SEGUNDA PARTE (LEA AQUI LA PRIMERA)

Es verdad que no todos los pueblos originarios que existen actualmente reclaman o viven la necesidad de una reapropiación de tierras. Pero es el caso de los mapuche. Las razones son varias, pero tal vez la principal es la particular relación a la tierra del pueblo mapuche, –no olvidemos que la palabra significa “gente de la tierra”– que vive y expresa un lazo de tipo “Seattle” a un territorio(1) que por medio de la guerra ha sido expoliado y atribuido a otros, primero al modo feudal-patriarcal, conocido como el latifundio, luego al modo económico capitalista, que en muchos casos conserva rasgos socio-culturales del primero.

Como todo el mundo sabe, no fue la conquista española que produjo esto sino una guerra de expansión de los Estados independientes de Chile y Argentina en las décadas de los 60 y 70 del siglo XIX, hasta 1883, llamada irónicamente “Pacificación de la Araucanía”. No fue la Capitanía General sino la República de Chile quien perpetró aquello. Es decir, nosotros como país. Luego múltiples atribuciones de propiedad privada y latifundio fueron establecidas, compra y cesión de tierras a inmigrantes europeos, explotación, loteos y mercado inmobiliario, situación que continúa hasta hoy, y que corresponde a la destrucción de decenas de miles de hectáreas de bosque nativo.

Se puede considerar como una situación “de facto”. Por cierto, muchos razonan así: “lo hecho, hecho está”, es imposible volver atrás, por miles de razones (los propietarios actuales compraron las tierras, los indígenas no son productivos, la integridad territorial, etc…). No se pueden refutar todas en una breve columna. Lo que me importa es dejar en claro que se trata de una situación ilegítima. Lo que es “de hecho”, no es necesariamente “de derecho”. El problema de la filosofía no es solamente lo que ocurre sino también lo que debiera ocurrir, no solo es ser sino el “deber ser”. La diferencia, a veces el abismo, entre lo uno y lo otro es el espacio de la ética.

Digámoslo por lo pronto de la manera más clara del mundo: la ocupación de los territorios mapuche del sur de Chile es tal vez antigua, pero ilegítima. La desposesión de las tierras de un pueblo por la parte de otro por la vía armada no puede ni llegará jamás a ser el fundamento de legitimidad. Es indigno de un punto de vista moral e ilegítimo del punto de vista jurídico. El “primer ocupante” nunca vendió ni cedió por acuerdo sus tierras al segundo, y aunque este le imprimió títulos de propiedad a un tercero, y este a su vez le vendió a un cuarto, toda la cadena de estas apropiaciones de tierras que fueron territorio de habitación colectiva de un pueblo en el cual la propiedad privada no existía, está corrompida desde el origen, por la violencia, la muerte, el robo y la usurpación.

El pueblo mapuche, de variadas maneras, no todas pacíficas, a veces de manera desesperada, pero también de manera argumentada y reflexiva(2), clama el derecho de habitar comunitariamente estas tierras(3) .

Muchas cosas se pueden objetar, como dijimos. Y por cierto se puede seguir igual. El Estado de Chile dispone de un ejército moderno, recursos y tecnología suficiente para mantener esta situación por décadas. Lo que no se puede es seguir igual y al mismo tiempo considerarse un país digno. Es lo uno o lo otro. La prosperidad y el progreso de un pueblo pueden construirse de espaldas al clamor de otro. Pero NO DEBEN hacerlo. Digámoslo simplemente: es inmoral continuar como si nada. Una indignidad histórica cuya continuidad debe ser denunciada, ilustrada por los artistas, documentada por los científicos sociales, pensada por los filósofos y rechazada por los ciudadanos.

Somos un pueblo de memoria e historia. La prueba flagrante es la importancia enorme que tiene el tema de la memoria del golpe militar y de la dictadura en el espacio simbólico de la cultura chilena. Pero hay algo que no concuerda en multiplicar el trabajo de memoria, justicia, reparación e historia respecto a un período y dejar otro, finalmente no tan lejano, en el olvido. ¿Qué es lejano verdaderamente en el tiempo? Cuando no ya hay más descendientes, cuando ya no hay más lengua ni memoria, solo vestigios arqueológicos, se puede decir que ya no se puede hacer nada. ¡Todo lo contrario al caso que nos ocupa! Un pueblo existe, con memoria y tradiciones, con una cosmovisión y una lengua, con artes y saberes.

Podemos decir que no fuimos nosotros quienes expoliamos las tierras a los mapuche, como algunos alemanes dijeron en la década de los 80: no fuimos nosotros, no somos culpables de lo que hicieron nuestros padres o abuelos. Sin embargo ello fue acompañado de un proceso de memoria ejemplar (que Francia le envidia) y de una plena responsabilidad histórica(4). Cosa de la cual estamos muy lejos en Chile, donde una persistente discriminación y un racismo apenas disimulado continuó la obra de la ocupación militar, sin que haya habido trabajo de memoria, proceso de reconocimiento histórico, y menos aún de reparación.

Se puede decir que los mapuche de hoy son descendientes muy lejanos de aquellos que perdieron las tierras, y que es muy difícil restituirle a algunos (¿y porque no a otros?), establecer límites… Claro, si el proyecto es otorgar títulos de propiedad individual según el modelo de la propiedad privada, a miembros de un pueblo de pertenencia colectiva a la tierra, ello no hará otra cosa que multiplicar los conflictos. Luego se podrá decir que la tentativa falló.

Las soluciones no son fáciles y múltiples los obstáculos. Pero otras regiones del planeta se ven confrontadas a conflictos similares (¿Quién estuvo primero, por ejemplo en Palestina? Un dilema histórico y arqueológico, pero es evidente que no es ese el problema): hay muchos casos en que, sino el “primer ocupante”, por lo menos el anterior, fue desplazado, dando origen a campos de refugiados, exilio, diáspora, pobreza, sufrimiento, resentimiento y violencia. Los pueblos avanzan en democracia, los Derechos humanos, por cierto, son un tema fundamental en el mundo. Los Estados-nación, tal cual como están configurados son una situación histórica, no el logro definitivo de la humanidad. Toda situación está llamada a evolucionar y la actual también. Fórmulas mixtas, como la autonomía regional, derechos culturales(6), zonas de control internacional, federaciones de geometría variable, etc. Se pueden y se deben inventar formas nuevas, formas del futuro.

Muchas veces el problema de un pueblo no es de la misma naturaleza que el mismo problema planteado por otro. Hay una asimetría de la comprensión. El ejemplo de la relación comunitaria a la tierra (modelo Seattle), versus la propiedad privada capitalista, es uno de los tantos. Muchas veces lo que está en juego es la cultura, la lengua, la manera de habitar el mundo, más que la propiedad, el dinero y el poder. La búsqueda de una fórmula inventiva para la ocupación compartida de la tierra, acompañada de políticas educacionales, lingüísticas, de colaboración y de fomento de las artes y la artesanía tradicional, sería un camino (tal vez no aún una solución) hacia la salida de esta indignidad histórica. La situación final –probablemente inédita– resultará sin duda de un largo proceso de negociaciones. Pero no se puede negociar sin respeto, sin justicia y derecho ecuánimes, sin igualdad y sin diálogo.

Las culturas son lo que son y no le compete a nadie decir cómo debería ser la cultura del otro. Solo el reconocimiento de esta alteridad, del derecho del otro a ser como prefiere, y de la dignidad de su elección puede fundar un espacio de diálogo.Y solo el diálogo abre un camino hacia la recuperación de la dignidad perdida de los pueblos, y ella es la única herencia que vale la pena dejarles a nuestros hijos.

Un día tal vez podremos seguir, los unos y los otros, caminando serenamente sobre la tierra viviente. Si tenemos el coraje de asumir el pasado y abordar claramente los desafíos del presente, ella acogerá amistosamente nuestros pasos hacia el territorio del futuro.

Citas

1.- La palabra “Mapu” no es solamente “tierra”, sino también territorio, entorno, hábitat común de la sociedad humana, los espíritus y los seres vivientes de la naturaleza.

2.- AukiñWallmapuNgulam (Consejo de Todas las Tierras) “El Pueblo Mapuche, su territorio y sus derechos”, 1997.

3.-Véase también ElicuraChihuailaf, “Recado confidencial a los chilenos”, LOM, 1999.

4.- Ver de Karl Jaspers, “La culpabilidad alemana”.

5.- Luis Vitale, “MEDIO MILENIO DE DISCRIMINACIOAL PUEBLO MAPUCHE”, en línea: http://mazinger.sisib.uchile.cl/repositorio/lb/filosofia_y_humanidades/vitale/obras/sys/epo/a.pdf

6.-El Canadá ha resuelto durablemente el problema de los aborígenes Inuit, otorgándoles derechos exclusivos de pesca en las costas del norte en vastos territorios; ello porque se reconoce que es el modo tradicional de sobrevivencia de ese pueblo, y que sin esos derechos, la continuidad de su cultura es imposible.

7 Comentarios
  1. Osvaldo Torres dice

    Querido amigo es evidente que la primera anuncia la tonalidad de reflexión que se confirma en la segunda. Siempre me ha llamado la atención la no consideración por parte de pensadores latinoamericano, con respecto a los pensamientos»filosóficos» de algunas culturas prehispánicas que alcanzaron niveles de desarrollo, no despreciable, algunos vestigios de estas reflexiones o «pensamientos maduros» como me gusta llamar a la filosofía prehispánica, se encuentran en Popol Vu, en los poemas de Nezahualcoyotl, en los enunciados de pensamientos de Garcilazo de la Vega, en las mitos fundadores de los Aymaras, el «Sistema de los Uywir» el pensamiento maduro de nuestras etnias se las ha llamado «visión de mundo» los Kogis, poseen una filosofía tan solida que se atreven a llamarnos «pequeño hermanito»…En fin, en mis años de lectura del «pensamiento maduro» cada día estoy mas convencido que hasta que no lo tomemos en cuenta con profundidad, la «visión de mundo» para mi el «pensamiento maduro» despreciado, ignorado, minimizado, sera el riel de lo otro lado que nuca se encontrara con su hermano. Tu articulo es interesante muy interesante, pero le faltan estos ingredientes. Sabias que para los aymaras «el yo» es un profundo «nosotros». Que el «nosotros» ha sido siempre traducido como un «yo», pero que las relaciones de la comunidad hasta nuestros dias lo imponen y lo hacen vigente, claro que cuando lo expresen en su lengua. Bueno amigo tendría mucho que decir. pero no te doy mas lata pues no se escribir bien lo que siento con respecto a esto. De todas maneras gracias, por hacerme participar de tus reflexiones siempre bienvenidas.

  2. Milena Melig dice

    Muchas gracias por la profundidad y la claridad de estas líneas. Muchos amigos míos comparten cantidad de cosas sobre el asunto mapuche, yo misma estoy totalmente de acuerdo, pero no había leido nada de este nivel de reflexión.
    «Las culturas son lo que son y no le compete a nadie decir cómo debería ser la cultura del otro. Solo el reconocimiento de esta alteridad, del derecho del otro a ser como prefiere, y de la dignidad de su elección puede fundar un espacio de diálogo.Y solo el diálogo abre un camino hacia la recuperación de la dignidad perdida de los pueblos, y ella es la única herencia que vale la pena dejarles a nuestros hijos».
    Me parece que debería circular por todas partes.

  3. hernan dice

    La nación mapuche fue desposeída por la fuerza de millones de Hás. de sus tierras ancestrales, así como de su ganado y cosechas.
    Así mismo el Estado chileno desposeyó por la fuerza las tierras de los clanes de Rapa Nui, cometiendo abusos inenarrables con esta pacífica nación polinésica, que vio su hermosa isla convertida en ganadería francesa, en leprosario, en base militar norteamericana, y hoy en lujoso resort turístico para enriquecimiento de ciertos individuos, con gran presencia norteamericana en el lugar.

  4. Carlos Krom dice

    Esta columna es un aporte muy importante. Aunque concuerdo con Osvaldo Torres en que es imperdonable que nuestros filósofos, obsesionados con el pensamiento europeo, un hayan profundizado las cosmovisiones de los pueblos originarios, lo que escribe Daniel Ramírez en sus dos partes es de una claridad deslumbrante, que nos permite pensar la situación. El desfase entre la pertenencia colectiva “a la tierra” de los pueblos originarios y la apropiación individual “de la tierra” por los colonos es muy esclarecedor. Y el mensaje moral es también algo muy fuerte: podemos “progresar”, enriquecernos, pero no considerarnos dignos si dejamos en el olvido y en la indiferencia esa inmensa injusticia histórica. Me gusta mucho también el estilo lleno de matices del autor, que no oculta los problemas y las dificultades. Sin embargo las dificultades no son una excusa para no hacer nada. Una toma de posición lúcida y profunda.

  5. Juan Enrique Vicuña dice

    Antes que el hombre fuera ya los reptiles se apropiaban los mejores lugares de caza o los puntos de agua, su «razón» era la fuerza. Solamente la reflexión comun ha llevado al hombre a compartir propiedad con otros, a ver la Tierra como el Gran Fetiche que a todos pertenece y que todos debemos cuidar, en algunas culturas se nota mucho más que en otras.
    Por la fuerza de cañones y arcabuces desde 1540 el pueblo mapuche fue desposeído de las tierras que le permitían vivir y esto sigue hasta hoy y ojalá no mañana

  6. Daniel Ramírez dice

    Gracias por los comentarios.
    Es evidente que hay mucho que decir y mucho que aprender. Concuerdo con Osvaldo y Carlos en que es fundamental conocer la cosmovisión de los pueblos originarios.
    Hay un punto el cual el aporte parece evidente, y es el hecho de que nuestras culturas occidentales NO SABEN qué hacer respecto a la crisis ecológica. Se ve cada vez más claro que las conferencias cumbres no son seguidas de efecto, y ello principalmente porque las medidas anunciadas son increíblemente tímidas o no son aplicadas en absoluto. Sin embargo, en la manera como los pueblos originarios han convivido con la naturaleza, resolviendo el problema antes que aparezca, por un modo de vida sobrio y en armonía con los ciclos naturales. ¿Cómo podría adaptarse nuestra sociedad del despilfarro?
    Por ello pienso que tenemos una deuda histórica hacia esos pueblos. Reintegrar sus poemas, relatos, mitos y concepciones filosóficas es prácticamente una tarea intelectual indispensable, un deber moral y al mismo tiempo puede ser un estimulante à la reflexión. Faltan ideas de como debiéramos vivir. Nuestras culturas ancestrales por supuesto no tienen la llave de todo, pero es evidente que nosotros tampoco. Es indispensable que surjan nuevas maneras de vivir y de pensar. Si empezáramos por el respeto, siguiéramos por la curiosidad y continuáramos con el conocimiento, tal vez podríamos llegar à la amistad y a una convivencia mutuamente enriquecedora, que nos permitiría abordar los desafíos del mundo futuro con un espíritu más abierto y con un proyecto común. Sin esto último no se puede ni siquiera decir que hay una “nación”, sino un pueblo ocupado, territorios usurpados, y una autoridad impuesta por la fuerza.
    Pero para avanzar hacia ese futuro, un trato digno, una política justa y audaz son requisitos previos fundamentales.

  7. hernan dice

    La relación del pueblo chileno con el pueblo mapuche no es externa, ya que el 50% de sus genes son de origen mapuche, así mismo no existen mapuches genéticamente puros, sino en mayor o menor medida portadores de herencia genética hispana.
    Opino que el día en que el pueblo chileno tenga el poder real de su Gobierno, será también el día de la justicia y la fraternidad con la hermana nación mapuche, sangre de nuestra sangre.
    Lo cual puede estar más cerca de lo que muchos creen.

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