La Remodelación: adelanto de un libro

Peñalolén-20130518-00351En los próximos meses se encontrara disponible un libro que sigue la secuencia de los acontecimientos del periodo de impugnación que va desde 2011 a la fecha. Secuela de “El derrumbe del modelo” y “No al lucro”, esta obra aborda el contexto en el que se da el gobierno de Bachelet y el ciclo futuro, que seguramente rebasará a ese gobierno.

Por Alberto Mayol*

Mientras tanto, en los bordes del palacio siguen pululando los consejeros del príncipe, quienes aun cuando ya no leen a Maquiavelo, pretenden tener su sutil claridad. Tienen del político y escritor florentino la conciencia del poder y la importancia de su concentración, aunque no lo ven como mecanismo de comprensión de una dimensión de la sociedad, sino como una forma de vida. No creen en el poder de modo intelectual, lo ven como el calor frente al frío de lo real. Pero hay algo de lo que carecen por completo, al menos hoy, los consejeros del príncipe: de claridad. Carecen de presente porque lo desconocen. Sus gráficos y explicaciones parecen aullidos que se escuchan en la puerta del Infierno. Sus acciones son erráticas: en un gobierno de mujeres nombran un subsecretario condenado por toqueteos impropios en el Metro de Santiago, por ejemplo. En plena reforma educacional hacia la gratuidad y contra el lucro, instalan de ministro al principal articulador de la educación con los bancos y el sector privado; y de subsecretaria a una especialista contraria a la gratuidad y con perfume de lucro.

Y es así simplemente porque no pueden ver el presente. Son maquiavelos a nivel de usuario. Desconocen los principios fundamentales y si no hay una ruta clara que seguir, son incapaces de resolver el entuerto. Por supuesto, es gente inteligente. Por supuesto, saben de política. Sin embargo, desconocen la filosofía del presente, las reglas físicas que rigen a estas partículas en un campo de fuerzas que dejó de decir dictadura/democracia o desarrollo/pobreza y que, en cambio, está diciendo igualdad/abuso y ciudadanía/elite.

El horizonte de este ciclo necesariamente recaerá en una discusión sobre lo público, territorio en disputa final. Esto ya fue señalado en la presentación en ENADE de noviembre de 2011, donde se expuso que todo el orden transicional tenía como correlato lo privado como orden básico y que en la discusión que abre el movimiento estudiantil, en cambio, lo público es (y será) la clave. Un capítulo de este libro y varias reflexiones que lo cruzan tematizara dicho asunto.

La Concertación entiende que llegó la hora de hacer los cambios que había prometido, o al menos que es necesario hacerlos en parte. Pero su comprensión se agota allí: sigue confiando en el procesamiento del problema desde partidos políticos exánimes, sin bases sociales. Cree que absorber o cooptar líderes será suficiente, cree que los lideres al interior de la Nueva Mayoría están bajo control, creen que Bachelet detiene el flujo de malestar, creen que las soluciones pueden seguir siendo comunicacionales, creen que se puede estirar más el elástico con los movimientos sociales y que, de haber un conflicto, serán esos movimientos los desgastados.

No son capaces de ver la magnitud del fenómeno y el orden del mismo. No comprenden que seguir gestionando el malestar social es una acción que redunda necesariamente en el choque con alguna clase de límite.

La Concertación no abordó seriamente la cuestión de la desigualdad durante los veinte años en que fue gobierno y cuando el estallido de malestar social sacudió a Piñera, en plena bonanza económica, se inventó como respuesta que al entonces Presidente de la República le faltaba conexión con la ciudadanía y que, dado que eso le sobraba a Bachelet, ella sería el remedio para todos los males. No se entiende la profundidad del hecho: si con Piñera el crecimiento ha sido alto y el aumento del consumo ha sido muy elevado, el hecho que grandes impugnaciones y movilizaciones se hayan producido debe llamar a preocupación a esta elite que ama a un pueblo pasivo y masoquista.

¿Qué pasará cuando, como acontecerá, se acabe el superciclo del cobre? ¿Qué pasará cuando el crecimiento se reduzca? ¿Qué pasará cuando suban los precios de las importaciones? ¿Qué pasará cuando ir al centro comercial no vaya asociado a alguna compra? ¿Qué pasará cuando la profundización del endeudamiento toque fin? Ese escenario se avecina y si hemos vivido crispación en medio de la bonanza, es natural pensar que con un poco de privaciones económicas el asunto puede ser peor.

No se debe olvidar la gravedad del escenario: luego de la mejor bonanza económica de la historia de Chile, estamos con una crisis en educación, en las regiones, en las pensiones, en la salud, en las instituciones, de los partidos políticos. Pues bien, es fácil imaginar que será peor si se reduce el dinero en circulación. Y es algo que ocurrirá.

Los consejeros del príncipe ya no saben gestionar el poder. Ya no saben jugar al juego de la fantasía, que tantas veces los rescató del fuego del Infierno.

*Académico de la Universidad de Santiago

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