Carta abierta a la nueva «bancada estudiantil»

SilvaHoy día leyendo los diarios, después de sus grandes victorias electorales, hemos visto como algunos ya hablan de una bancada estudiantil. Los medios tienden a estereotipar los fenómenos sociales para que así todos nosotros nos quedemos con el estereotipo y nos olvidemos del tema de fondo. Se trata de una técnica más vieja que el hilo negro.

Escribe Matías Silva Alliende, abogado

Quiero partir señalando que me parece un gran logro el obtenido por Vallejo, Cariola, Jackson y Boric. Una advertencia para ellos, los que seguramente a partir de marzo comenzarán a palmotearles las espaldas, destacando la importancia que ustedes estén ahí, son los mismos que cuando ustedes eran pingüinos los metieron en una comisión, les prometieron cambiar la LOCE y después salieron en la foto levantando los brazos. Si son ellos, un poco más canosos, porque no decirlo, más viejos. Son ellos, los que les dijeron que LOCE y LGE eran distintas. Por lo tanto a no dejarse engrupir. Pero Ustedes lo saben, porque fueron pingüinos el 2006 y universitarios movilizados el 2011 y 2012.

Ustedes han entendido muy bien que la política en serio implica participación. Es decir, han captado de manera excelente que no se trata de realizar una cantidad de operaciones políticas en un ambiente clausurado, sino de sostener un debate abierto en el seno de un gran espacio público. El llamado es a seguir estimulando esa participación. Esta no es una tarea fácil, nos falta todavía como país el ser un ambiente predispuesto para la toma de decisiones, por tanto, ojalá que no caigan en el juego de algunos, que pretenden con gestos ampulosos involucrarlos en iniciativas llenas de buena voluntad que terminan siendo penosas y en algunos casos, ridículas.

Estimadas y Estimados, como Ustedes deben saber, en política, como en muchos otros ámbitos, las declamaciones, los grandes gestos y la apariencia de la audacia, tienden a tapar la ausencia de hechos. Pero esa propensión bombástica es muy grave, pues es la política la que debe encargarse de que las cosas se hagan, se organicen de acuerdo a un patrón y se direccionen en un determinado sentido. Aunque quizá el vacío retórico sea también una forma de direccionar las cosas, en la medida que se disimula con él la comisión de hechos reales e irrefutables, a los que no conviene airear demasiado porque no van en el sentido de los que podríamos considerar los intereses de la mayoría.

Lo que corresponde hacer, y Ustedes también lo saben, es devolver a la política su sentido de compromiso. Consignas, jerarquías implícitas pero arrogantes, y competencias sordas entre personeros del poder, cuyos protagonistas las conocen y niegan formalmente, ponen de relieve que en muchos casos la política se está tornando en un quehacer en sí mismo, en vez de ser lo que debe; esto es, una actividad volcada hacia fuera, hacia el exterior, hacia ese campo de experimentación que es la vida del país en lo que éste representa como posibilidad y como destino.

En el tema Jóvenes, que estoy seguro es el tema que a Ustedes les interesa, deben plantear la posibilidad real de que los jóvenes deben dejar de ser un mero objeto de la acción del Estado, para pasar a ser en la escena sociopolítica, ciudadanos; es decir poseedores activos de derechos y deberes, con capacidad de participar en los procesos sociopolíticos.

Ustedes ya han probado que los jóvenes en la sociedad tienen una trascendencia que para la vida democrática implica que lleguen a ser protagonistas activos en los procesos colectivos en los que están inmersos, sin tener que renunciar a su condición de jóvenes. Ustedes al igual que muchos comprenden que no queremos seguir escuchando que los jóvenes han dejado de ser protagonistas de la vida social. Ya no los queremos recluidos en su individualidad y atrapados en una red creciente de dependencias que les impide desarrollarse como sujetos autónomos con capacidad de decisión sobre sus proyectos vitales. Ya no los queremos, como en el pasado, empujados hacia posiciones periféricas y sólo haciéndose visibles socialmente bajo la etiquetas de problema social que exige intervención.

Estimadas y Estimados, muchos otros ejemplos podrían citarse, pero lo importante es que el lector -así como lo han hecho ustedes- sea consciente del interés que suscita el debate sobre la posición de los jóvenes en la sociedad, y la trascendencia que para la vida democrática tiene el que lleguen a ser protagonistas activos en los procesos colectivos en los que están inmersos. El objetivo de estas líneas es ofrecer una panorámica de las condiciones del acceso de los jóvenes a su condición de ciudadanos y a su participación en la esfera pública. Si esto último no sucede no podremos quejarnos de la falta de participación ciudadana, no ya de la de los jóvenes que apenas se asoman a la vida política, sino de las generaciones que deben tomar en sus manos la tarea de realizarla. Sólo así podremos abrir el futuro.

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